Hace mas de una década, pagué todas mis tarjetas de crédito. Decidí no endeudarme más con tarjetas. Dos años después, bajo el justificativo de que el auto sería más barato si lo pago con tarjeta, lo hice otra vez. Me costó mucho volver a no tener deudas. Pero cuando lo logré, dije: «Listo. ¡Ya basta!»
Sin embargo, el mismo patrón se ha repetido al menos dos veces más (hace dos años, mi esposa y yo pagamos más de $40,000 en deudas de tarjetas). Las deudas son cada vez más grandes y más difíciles de pagar.
Me considero inteligente y conocedor de temas financieros. La mayoría de veces nuestro endeudamiento parecería tener sentido financiero (o al menos eso me hago creer). ¡Son inversiones! – me digo. Pero la verdad es otra. La verdad es que nos ha costado mucho aprender y parecería que aún no lo hacemos bien.
A veces (casi siempre), la vida te presenta situaciones similares y de forma repetitiva hasta que aprendas algo que debes aprender. ¿Qué? Tal vez, algún conocimiento para que cumplas con tu propósito. Pero si no aprendes rápido, el aprendizaje es doloroso. Las caídas son inevitables. La reflexión, análisis y mejoramiento son tus decisiones.